Retiro casi completo de las tropas de los Estados Unidos en territorio sirio
“Arena y muerte”, eso es Siria para el presidente estadounidense Donald Trump, que en diciembre ordenó de manera irrevocable el retiro completo de las tropas estadounidenses del país de Medio Oriente.
Pero a tres meses de distancia, según el Wall Street Journal, el Pentágono está maniobrando en una dirección más moderada: un plan que prevé la permanencia en la frontera noreste de cerca de mil soldados que continuarán apoyando a las fuerzas aliadas kurdas, como el YPG y la Unidad de Protección del Pueblo.
En esta última agrupación de combatientes luchaba como voluntario el italiano Lorenzo Orsetti, muerto por yihadistas en Baghuz, el último bastión del Estado Islámico en Siria. En caso de ser confirmada, la medida del Departamento de Defensa estadounidense representaría un cambio respecto al anunciado adiós, y de hecho, una suerte de marcha atrás por parte de Trump, que había enfatizado esta determinación.
Desde el principio estuvo claro cómo en el Pentágono fue enorme el escepticismo sobre la decisión del presidente, también por parte de los comandantes militares. A tal punto que se produjeron las resonantes renuncias del ministro de Defensa, James Mattis, y de su jefe de gabinete, John Kelly, disconformes con la estrategia de la Casa Blanca en Siria, por el fantasma de una reorganización del Estado Islámico y de una influencia creciente de Rusia e Irán en la región.
La permanencia de alrededor de mil soldados, en comparación con los más de dos mil actuales, por lo tanto, sería necesaria para no abandonar a su suerte a los milicianos kurdos que combaten, tratando de quebrar la última resistencia de los hombres del Califato, que, según las últimas cifras, todavía puede contar con 15 mil a 20 mil militantes armados en el mundo y algunas células dormidas precisamente en Siria e Irak.
La esperanza de Trump era llegar a un acuerdo con Turquía y con los aliados europeos para crear una “zona segura” en la frontera noreste de Siria. Pero las conversaciones habrían fracasado hasta ahora.
Especialmente aquellas con Ankara, que sigue considerando como “terroristas” a los grupos kurdos hasta ahora apoyados por Estados Unidos. En varias oportunidades el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, amenazó con atacar a estos grupos, expresando preocupaciones también por la seguridad de los soldados estadounidenses y por el riesgo de que se creen situaciones de enfrentamiento entre tropas de Washington y el ejército turco.
Sin embargo, una negativa de la existencia del plan del Pentágono provino del jefe de personal del ejército estadounidense, Joseph Dunford: “No hay cambios en el plan anunciado y continuamos implementando la decisión del presidente de reducir las fuerzas estadounidenses a una presencia residual”.
Los responsables civiles y militares del Departamento de Defensa hasta ahora no hicieron números, ni confirmaron las cifras dadas por la Casa Blanca, que en las pasadas semanas habló primero de 200 y luego de 400 efectivos destinados a permanecer en Siria. Una fuerza muy exigua, sobre todo después del episodio del asesinato de cuatro estadounidenses en un ataque suicida en un restaurante en la ciudad siria de Manbij, lo que confirma que el Estado Islámico prosigue activo.